PAREJA DE VITELAS ENMARCADAS. FRANCESCO DA CASTELLO (1541-1621)

Antigüedades - Pintura
Referencia: Z6696

Frans van de Casteele (Kasteels) llamado Francesco da Castello
(Bruselas, ca. 1541 - Roma, 1621)
Adoración de los pastores
Coronación de espinas
Primera década del siglo XVII.
Temple y oro sobre pergamino, 290 x 240 mm (con marco).
Marco original en madera con aplicaciones en lámina de plata recortada; en los ángulos, medallones con los cuatro evangelistas.

Esta preciosa pareja de Agnus Dei está formada por dos miniaturas ovales sobre pergamino representando la Adoración de los pastores y la Coronación de espinas, encuadradas por marcos coetáneos de lámina de plata perforada, sobre un fondo de tafetán azul, inscritos a su vez en marcos de madera ebanizada. En los ángulos de ambos marcos de plata recortada, se incluyen cuatro medallones con miniaturas de los Evangelistas sobre fondo dorado, mientras que en el centro de los márgenes laterales se aplican respectivamente cuatro cabecitas angélicas y tres rosetas de plata. Las dos miniaturas centrales, perfectamente conservadas, representan un episodio gozoso y otro doloroso de la vida de Jesucristo. La primera muestra a la Sagrada Familia rodeada por pastores en actitud adorante, ofreciendo presentes al Niño Jesús. El pastor en primer plano, arrodillado y de espaldas al espectador, apoya una mano sobre un sombrero de ala ancha y con la otra ofrece una cesta. Otro pastor le entrega una oveja con las patas atadas, símbolo del cordero sacrificial cristiano, mientras que un tercero toca la zampoña acompañado por otros cuatro personajes y un perro de largo hocico. La escena transcurre al aire libre, junto a un establo del que asoman sus cabezas el buey y el asno, ante un paisaje de colinas con las ruinas de un templo. En la parte superior central, un ángel en una luminosa gloria sostiene una filacteria con el texto “Gloria [...]”. La Virgen muestra tiernamente a los presentes al Niño envuelto en un paño blanco, mientras José a sus espaldas se apoya sobre un pilar. La miniatura, de colorido vivo y brillante realzado con crisografías, lleva en su zona inferior el característico montón de tierra oscura con un ramito, firma inconfundible del artista que aparece en todas sus miniaturas de ambientación paisajística.
La Coronación de espinas es un episodio del ciclo de la Pasión que sigue al de la flagelación y antecede al del Ecce Homo, tras el que Cristo fue conducido a la crucifixión. La escena se desarrolla en un patio, en cuyo centro Jesús, sentado sobre una tarima y revestido con un manto púrpura iluminado con crisografías, lleva la corona de espinas y sostiene en una mano una caña a modo de cetro. Dos soldados encajan la corona sobre la cabeza de Cristo con dos cañas que al entrecruzarse forman el símbolo de la cruz, haciendo sangrar su frente, mientras otro esbirro se arrodilla ante él para escarnecerle. Al fondo algunos guardias con característicos turbantes asisten a la escena bajo una cortina verde forrada en rojo, mientras que en la zona inferior aparece un hueco abierto en el pavimento que constituye un motivo característico del artista presente en todas sus miniaturas ambientadas en interiores.
Ambas miniaturas, de gran calidad artística, son sin duda obra de Francesco da Castello, nombre italianizado de Frans van de Casteele (Bruselas, ca. 1541 - Roma, 23 de octubre de 1621). Francesco da Castello, pintor y miniaturista, llegó a Roma durante el pontificado de Gregorio XIII (r. 1572-1585) y se especializó muy pronto en la “manera pequeña”, como recuerda Giovanni Baglione en la biografía dedicada al artista:

“En aquel tiempo vino de Flandes a Roma Francesco da Castello, el cual tenía ya algunos conocimientos de pintura. Pero aquí en Roma se fue perfeccionando, y deleitándole trabajar en pequeño, a lo que se sentía inclinado, el genio le condujo en esa dirección, llegando a ser un buen miniaturista, y realizó bellísimas obras, que marcharon a España, como también trabajó para diversos personajes y grandes príncipes, y llevó a cabo cosas que le proporcionaron grandes alabanzas. Pintó igualmente en grande, con éxito, e hizo muchas obras para la nación española. [...] Este hombre pintó pocas cosas para lugares públicos, porque estaba muy ocupado haciendo miniaturas, las cuales llevaba a cabo excelentemente, y le eran pagadas a buen precio; y muchas de sus obras han permanecido en manos de particulares, y algunas de las más bellas fueron enviadas a otras partes del mundo” (cfr. G. Baglione, Le Vite de’ Pittori..., Roma 1642, pp. 86-87).

En Roma Francesco da Castello desarrolló una brillante carrera, fue retratado por Hendrick Goltzius y se relacionó con importantes personajes y eruditos flamencos, entre ellos Philips van Winghe, Abraham Ortelius y Hendrick de Raeff de Delft, llamado Enrico Corvino, que en 1603 contrajo matrimonio con su hija Caterina. Agregado a la Congregación de los Virtuosos del Panteón, desde 1577 fue miembro de la Academia de San Lucas, de la que fue cónsul en 1588 y en 1591.
Su casa se convirtió pronto en lugar de encuentro de artistas donde muchos de sus compatriotas encontraron hospitalidad y un valioso punto de referencia para introducirse en el ambiente romano. Además, junto a Francesco da Castello aprendieron “la buena manera de pintar en pequeño”, apropiándose de los rasgos esenciales del estilo del maestro, como narra Baglione a propósito de su discípulo alemán Sigismondo Laire (ca. 1552-1639), que se especializó en “colorear en cobre figuras pequeñas” y que “pintaba sobre diversas joyas, como lapislázuli, ágatas, esmeraldas, cornalinas, y otras cosas” (cfr. ibidem, p. 353).
De estas noticias se desprende claramente que Francesco da Castello era un artista apreciado por sus contemporáneos y bien integrado en el ambiente artístico y cultural romano.
En los últimos años el catálogo de las obras del artista flamenco, conocido sobre todo por sus grandes palas de altar, se ha visto incrementado con nuevas miniaturas conservadas en museos y colecciones privadas de todo el mundo. Entre sus miniaturas más bellas debe citarse la Adoración de los Magos del Museo Lázaro Galdiano de Madrid, caracterizada por un encendido cromatismo con efectos tornasolados y un preciosismo descriptivo típico de la manera flamenca. Otra miniatura, con la Anunciación, antes en la colección Luigi Koelliker, es la reelaboración de un difundido modelo iconográfico derivado del famoso fresco trecentista de la Anunciación de la iglesia de la Santísima Anunciada de Florencia, del que el rostro de la Virgen, que según la tradición había sido pintado por los ángeles, era particularmente venerado y tenido por milagroso. A mediados del siglo XV la imagen sacra adquirió un especial valor para los Médicis, que prohibieron su reproducción al menos hasta principios de los años ochenta del siglo XVI, cuando debido a las continuas peticiones por parte de influyentes personajes de la época, se concedió permiso para copiarla. En 1584 Alessandro Allori pintó una réplica de ella por encargo del gran duque de Toscana, para enviarla como regalo a Felipe II de España, que se conserva todavía hoy en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Una deliciosa imagen del Ángel Custodio, localizada recientemente en colección particular de Valencia, además de cumplir una función devocional –típica de este género de obras– daba protección a quien la poseía. El culto a los santos, ratificado en la XXV y última sesión del Concilio de Trento (1563), había difundido firmemente la creencia de que su intercesión aumentaba al recitar las oraciones en presencia de sus reliquias o de sus imágenes, sobre todo si estas últimas habían estado en contacto con sus restos o habían sido bendecidas por el papa. A las reliquias y a las imágenes sagradas se asociaba a menudo el poder de conceder o transmitir indulgencias a quien las poseía. Ello suscitó en los poderosos el deseo de tener numerosas reliquias e incrementó la producción de imágenes devocionales que a menudo representaban temas especialmente venerados o considerados milagrosos, como las madonas antiquae de las basílicas romanas. Así se desarrolló un floreciente mercado artístico, formado en gran medida por pequeñas imágenes sagradas, de mediana o alta calidad, cuyos ejemplares más prestigiosos se guardaban en relicarios o enmarcaban refinadamente, destinadas a una clientela católica no solo italiana sino también extranjera. Entre los destinatarios de estos objetos se encontraban numerosos representantes de los más importantes linajes nobiliarios de España, deseosos de imitar la extraordinaria devoción de Felipe II por las reliquias que el monarca conservaba a millares en el Monasterio de El Escorial y que adoraba y besaba con suma reverencia.
Un complejo altar portátil de ébano formado por diversos compartimentos con miniaturas, vendido en Sotheby’s con errónea atribución a Giovanni Battista Castello el Genovés (Génova, 1549-1639), es sin embargo con total seguridad obra de Francesco da Castello. La miniatura central representa a la Virgen del Rosario con el Niño y arrodillados a sus pies el papa Sixto V (r. 1585-1590) con diversos santos en adoración, entre los que se distingue en primer plano a santa Catalina de Siena y a santo Domingo. La escena central está rodeada por los quince Misterios del Rosario, en la parte inferior aparece la Última Cena y arriba, en el remate del marco, el Paraíso angélico, mientras que en los ángulos figuran los cuatro evangelistas seguidos de otros dos compartimentos con los apóstoles Pedro y Pablo.
En relación con los ejemplos citados, las dos refinadas miniaturas de la Adoración de los pastores y la Coronación de espinas son obras de la plena madurez del artista, fechables en la primera década del siglo XVII, caracterizadas por una simplificación formal y por colores puros en la factura de las vestiduras que resaltan sobre las ebúrneas carnaciones de los personajes. Entre los numerosos motivos comparables con los de otras miniaturas de Francesco da Castello, los pequeños medallones con los Evangelistas apenas esbozados sobre un fondo dorado, recuerdan muy de cerca las miniaturas, de reducidas dimensiones, insertas en los compartimentos del marco del altarcito con los Misterios del Rosario, así como las de otro cuadrito con compartimentos con el Árbol de Jesé conservado en el Instituto de Valencia de Don Juan de Madrid, del que existe otra versión de época anterior y de marcada influencia flamenca con un marco-relicario actualmente en el Museo de Bellas Artes de Valencia. Además, otra versión de la Coronación de espinas, de formato rectangular y factura ligeramente más débil, se vendió en Christie’s con errónea atribución a Giovanni Battista Castello el Genovés, si bien la miniatura debe atribuirse con seguridad al maestro flamenco “romanizado” Francesco da Castello.

Agradecimientos a Dña. Elena De Laurentiis Dra. Universidad de Génova por la realización del estudio.


· Medidas: 23,5x1,5x28,5 cms.

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